domingo, 17 de agosto de 2008

El Ku Klux Klan resurge en Estados Unidos

Estados Unidos asiste al resurgimiento del Ku Klux Klan, grupo racista que aboga por la supremacía de la raza blanca, debido al creciente flujo de inmigración latina que recibe el país, según un estudio aparecido esta semana. El Ku Klux Klan (KKK), grupo que vivió un gran apogeo en Estados Unidos en los años veinte y treinta gracias a su antisemitismo y odio a la población negra, parece estar despertando de un letargo que le ha mantenido casi inactivo durante los últimos años para cargar todas sus armas contra una nueva inmigración: la hispana.
Ésta es la mayor conclusión a la que ha llegado un informe publicado esta semana por la Liga Anti Difamación, organización dedicada al seguimiento de las actividades de los grupos racistas en EEUU, que ha hecho saltar las alarmas en un país en el que la inmigración se ha convertido en un punto controvertido de la agenda política.

"Si hay un tema que se pueda relacionar con el resurgimiento del Ku Klux Klan es el debate sobre la inmigración en Estados Unidos", ha asegurado Deborah Lauter, directora de la Liga Anti Difamación, quien asegura que el KKK responsabiliza a los inmigrantes, especialmente a los latinos, de la inseguridad ciudadana y de robar los empleos de los estadounidenses.

Indumentaria neonazi

El informe destaca que el resurgimiento de la triple K, aún reciente en la memoria de muchos estadounidenses, se manifestó de manera especial en 2006, cuando se registraron mayores movimientos de células del grupo y el surgimiento de nuevas hermandades en lugares de EEUU donde nunca habían estado presentes.

Según la Liga Anti Difamación, el KKK ha revivido en lugares del sur del país, bastión de la organización durante años, pero ha aparecido en estados donde su actividad era nula como Michigan, Iowa, Pennsylvania o Nueva Jersey, donde su unión con organizaciones de ideología neonazi se ha hecho patente en los últimos meses.

El informe asegura que los nuevos miembros del KKK han adaptado su indumentaria y sus rituales a los de grupos neonazis e, incluso, participan juntos en las denominadas "marchas por la unidad" en contra de las comunidades de inmigrantes.
Los hispanos en el punto de mira

Ni los judíos, ni la población de raza negra, ni los católicos; parece que esta vez son los hispanos los que centran buena parte de los ataques del KKK en los últimos meses, ya que esta comunidad se ha convertido en la más importante numéricamente entre los recién llegados a Estados Unidos.

"No nos extraña. Los actos de racismo contra hispanos son una realidad. Los grupos de supremacía blanca siempre han atacado a una inmigración que consideran del tercer mundo, inculta y que puede acabar con su civilización", ha explicado el director del Comité de Inmigración de la Alianza del Liderato Latino de Nueva Jersey, Mahonry Hidalgo.

Hidalgo ha recordado algunos los actos violentos en contra de hispanos, especialmente los episodios acontecidos en algunos puntos de Nueva Jersey, donde ha habido "manifestaciones en contra de los hispanos en que los asistentes portaban banderas confederadas y cruces esvásticas, y tras las que se dejaban folletos racistas en las puertas de los hogares latinos".

El informe también alerta de los nuevos métodos propagandísticos que el Ku Klux Klan, que ahora utiliza internet, "como nueva arma para extender el racismo" y para captar nuevos miembros y comunicarse entre ellos. En la red se pueden encontrar multitud de páginas relacionadas con la formación racista e incluso se puede tener acceso a una emisora de radio digital -KKK Radio, dirigida por una organización que se hace llamar 'Caballeros del Imperio'- que emite propaganda antisemita y racista.

De la biología racial a la ideología del nazismo

Los fundamentos de la “biología racial” se propagaron en Europa desde mucho antes del siglo XVII. Tanto pensadores influyentes como filósofos especularon sobre el probable origen de las diferentes razas, basándose en un etnocentrismo subconsciente, que permitió acuñar la idea de que el deseo de poder se hallaba fundado en las leyes de la naturaleza, donde sobreviven los más fuertes y sucumben los más débiles.En 1854, el diplomático francés Arthur de Gobineau publicó un libro sobre la desigualdad de las razas humanas, elogiando la superioridad de la “raza aria”, cuya existencia, en su opinión, estaba amenazada por “razas inferiores”.


Así, estos pensamientos seudocientíficos del siglo XVIII, bienvenidos por el nacionalismo europeo y el imperialismo anglosajón, llegaron a jugar un rol imprescindible en la concepción ideológica del nazismo que, a su vez, se sirvió de las teorías de Charles Darwin, autor de “El origen de las especies por medio de la selección natural”, según las cuales, los individuos mejor adaptados y más fuertes estaban destinados a sobrevivir y dominar sobre los más débiles.


Si Charles Darwin desarrolló la teoría evolutiva de las especies en virtud de una selección natural por la existencia, el sueco Carl von Linné desarrolló la teoría del llamado “socialdarvinismo”, sobre el principio seudocientífico de que en la sociedad, como en la naturaleza salvaje, unas razas son más fuertes que otras, por estar condicionadas por ciertas leyes de carácter biológico, análogas a las leyes de la selección natural de las especies.


De modo que Linné, queriendo demostrar antropológicamente la existencia de una raza fuerte y otra débil, de una raza superior y otra inferior, clasificó a los individuos -a partir del color de la piel, el tamaño de los ojos y la forma del cráneo- en cuatro categorías: Americanus, Europacus, Asiaticus y Afer; entre las cuales, la “raza aria” o nórdica (pelo rubio, ojos azules, contextura fornida y espíritu de grandeza) era considerada “superior” a las demás. Los nazis, en su vano intento de poner a salvo la “pureza racial” de la civilización germana, aplicaron las ideas biológicas del “socialdarvinismo” a las sociedades humanas, donde se propagó la teoría de la llamada “higiene racial”, cuyo principal objetivo era proteger y mejorar la calidad social y la salud a través de evitar que los “genes degenerados” de las “razas inferiores” se reprodujeran y expandieran entre los individuos de “raza aria”.


Asimismo, lejos de toda visión humanista y democrática, la teoría de la “higiene racial” tuvo consecuencias funestas, no sólo porque provocó la esterilización masiva de hombres y mujeres, tanto en Europa como en América del Norte, sino también porque se clasificó a los individuos de acuerdo a su apariencia física y su coeficiente de inteligencia. Para los nazis, que propugnaban la supremacía de la nación germana sobre las otras naciones del mundo, la amenaza interior estaba representada por los deficientes mentales, los discapacitados físicos, los “asociales” y los individuos que no se adaptaban a las exigencias del sistema capitalista de producción. Se los consideraba económicamente “improductivos” y, por consiguiente, se los trataba como a una carga pesada para los ciudadanos “sanos y productivos”.Suecia, a partir de 1921, fue el primer país que creó, mediante resolución emanada por el parlamento, una institución destinada a desarrollar estudios concernientes a la “biología racial”; cuya función consistía, entre otras, en determinar que los defectos físicos y síquicos eran de carácter hereditario.


Por lo tanto, para evitar su transmisión y conservación, era necesario proceder a una “higiene racial” que, entre 1935 y 1941, lazó la ley de esterilizar a las mujeres que presentaban deficiencias físicas y síquicas, o dicho de otro modo, las personas enfermas o débiles perdían el derecho a casarse y tener hijos. El matrimonio y los hijos eran privilegios reservados sólo para las parejas fuertes y sanas, quienes debían procrear hijos para que la nación tuviese una población compuesta por elementos dignos de admiración tanto por su belleza física como por su educación superior. Además, las teorías de la “biología racial”, cuyo objetivo central era conservar una “raza pura”, hicieron aflorar los prejuicios contra la inmigración que, desde un principio, fue vista como un peligro contra la “limpieza de sangre”, como en las oscuras épocas de la Inquisición, en la cual se perseguían a judíos y gitanos, acusándolos de profesar herejías y ser extraños a la cultura occidental. Esta cruda interpretación del darvinismo llevó a deducir que la historia de la humanidad, probablemente, no se inició con la domesticación de los animales, sino con la dominación sobre los pueblos inferiores, o como manifestó Erich Fromm, refiriéndose a los principios sobre los que se fundó la ideología del nazismo: Este instinto de autoconservación conduce a la lucha del fuerte que quiere dominar al débil y, desde el punto de vista económico, a la supervivencia del más apto.


La identificación del instinto de autoconservación con el deseo de poder sobre los demás, halla una expresión particularmente significativa en la afirmación de Hitler: “La primera cultura de la humanidad dependía, por cierto, menos de los animales domésticos que del empleo de pueblos inferiores”. Y para demostrar que la teoría de Darwin era coherente, Adolf Hitler, cuando aún vivía en Munich, donde era un “don nadie”, como él mismo confiesa en su libro “Mi lucha”, se levantaba todos los días a las cinco de la mañana y arrojaba pedacitos de pan a los ratones que había en su pequeña habitación, para observar cómo estos graciosos animalitos brincaban y reñían por aquellas migajas en una “lucha por la existencia” y el derecho a la victoria de los mejores y más fuertes; experimentos empíricos que, más tarde, aplicó en la política del nazismo, un fenómeno de carácter económico y político, pero también de carácter psicológico, cuya aceptación por parte de un pueblo debe ser interpretado:


primero, como una política expansionista del imperialismo alemán, apoyado por los grandes industriales y los “junkers”; y, segundo, como una ideología basada en el amor al poderoso y el odio al débil.El nazismo, ajeno a los principios de la democracia y los Derechos Humanos, imponía a sus adeptos y creyentes apasionados la ciega obediencia al “Führer” y el rechazo a toda sombra de oposición que amenazara el poder absoluto de Hitler, cuya ideología debía prevalecer sobre el resto de las ideologías y movimientos políticos, puesto que el individuo, según el pensamiento totalitario del nazismo, debía aceptar su insignificancia personal y someterse a la fuerza abrumadora del III Reich, donde los individuos eran admitidos sólo en la medida en que actuaban de acuerdo con los intereses del Estado, que quiso legitimar, por medio de una guerra que costó millones de vidas, “la ley del más fuerte” y la “conservación de la pureza racial”.


Con todo, la máquina de la xenofobia y el racismo que hoy ruge en Europa no es más que el pálido reflejo de una ideología que se mantuvo latente en el seno de quienes se consideran todavía los herederos legítimos de una “raza superior”, destinada a dominar sobre las “razas inferiores”, olvidándose que no existen “razas puras” sobre la faz de la Tierra, debido a que todas -o casi todas- son el resultado de una mezcla compleja que se generó a lo largo de la historia.


Víctor Montoya Escritor boliviano radicado en Estocolmo.